Osita, la perra que mira la luna desde Kukulcán y roba corazones en internet

Redacción

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Desde la cima de la majestuosa pirámide de Kukulcán, en plena zona arqueológica de Chichén Itzá, una imagen insólita ha conmovido a miles de personas en todo el mundo: una perra mestiza, llamada Osita, contemplando el cielo al anochecer, se convirtió en protagonista inesperada de un momento lleno de simbolismo y serenidad.

La escena, capturada por el vigilante nocturno José Keb Cetina y publicada en sus redes sociales, muestra a Osita recostada en lo alto del templo más icónico de la civilización maya, bajo la luz tenue de la luna. La publicación se volvió viral, despertando emociones entre internautas que describieron la imagen como “mágica” y “sagrada”. Uno de los comentarios más compartidos decía: “Como si también protegiera las estrellas”.

Osita no es una visitante ocasional. Desde hace años, forma parte de un grupo de perros adoptados y cuidados por el personal de Chichén Itzá, conocidos como los “perros sagrados de Kukulcán”. Estos canes han sido integrados a la vida cotidiana del sitio patrimonial, conviviendo con trabajadores, turistas y estructuras milenarias.

La relación entre los animales y este espacio arqueológico tiene raíces profundas. En 2019, el Patronato Cultur, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y organizaciones de protección animal pusieron en marcha la Operación Rescate de Perritos de Chichén Itzá, con el objetivo de atender la sobrepoblación canina en la zona. Desde entonces, algunos perros fueron reubicados, mientras que otros, como Osita, se quedaron como parte del entorno, bajo cuidado y supervisión.

De pelaje claro y mirada tranquila, Osita llegó al sitio en 2020, en plena pandemia. José Keb recuerda que su presencia fue vital en momentos difíciles: “Ella me acompañó durante los meses más duros del encierro. Siempre estaba ahí, como si también cuidara el lugar”.

Actualmente, Osita comparte las noches con otros compañeros de cuatro patas, como Cachimba y Pintorín, quienes patrullan las escalinatas y senderos ancestrales junto a los cuidadores. Las redes sociales de José se han convertido en una bitácora visual donde se documentan estas escenas: perros descansando a la sombra de las ruinas, jugando al atardecer o vigilando silenciosamente el paisaje.

Más allá del fenómeno viral, la historia de Osita refleja un cambio de paradigma en la manera de entender y proteger los espacios históricos. Chichén Itzá, declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO y reconocido como una de las siete maravillas del mundo moderno, es también un ecosistema donde la cultura y la vida animal coexisten en armonía.

Osita no solo resguarda el sitio arqueológico junto a los custodios humanos. Se ha transformado en un símbolo de sensibilidad, pertenencia y respeto por lo vivo en medio del legado ancestral. Su imagen, contemplando la luna desde la cima de Kukulcán, ha dejado de ser solo una fotografía: es un recordatorio de que el patrimonio no solo se hereda, también se cuida y se comparte.

Fuente: Infobae

 

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