Holbox, el santuario del tiburón ballena: encuentro con el gigante más noble del mar

Holbox, el santuario del tiburón ballena: encuentro con el gigante más noble del mar

Mosaico

En las aguas donde se cruzan el Golfo de México y el Caribe, Holbox se ha convertido en uno de los pocos lugares del planeta donde es posible convivir —aunque sea unos minutos— con el pez más grande del mundo: el tiburón ballena (Rhincodon typus).

Durante los meses de mayo a septiembre, estos colosos del océano visitan la región en busca de aguas cálidas y abundante plancton, ofreciendo un espectáculo natural que ha transformado la economía y la identidad de la isla. Sin embargo, más allá de la temporada turística, el tiburón ballena es un símbolo permanente de equilibrio ecológico, respeto y admiración por la vida marina.

El tiburón ballena puede medir hasta 20 metros de largo y pesar más de 20 toneladas. Pese a su tamaño, es completamente inofensivo: se alimenta filtrando diminutos organismos y algas microscópicas, a través de una boca que puede alcanzar un metro y medio de ancho. Su piel, salpicada de puntos blancos, forma patrones únicos, como huellas digitales que permiten identificar a cada individuo.

En Holbox, los pescadores se han convertido en guías y guardianes del gigante. Ellos saben en qué zonas “pastorean” los tiburones ballena y cada año acompañan a miles de visitantes en su búsqueda. “Nunca se ha pescado uno”, cuentan los hombres de mar, recordando los tiempos en que la isla dependía casi por completo de la pesca. Hoy, la conservación y el turismo responsable son su principal sustento.

Gracias a la regulación ambiental, solo dos personas pueden nadar a la vez junto al tiburón ballena, siempre con chaleco y sin tocar al animal. Esta disciplina ha permitido que los gigantes sigan regresando cada año a las costas quintanarroenses, reafirmando a Holbox como un modelo de convivencia entre naturaleza y comunidad.

Aunque la temporada de avistamiento concluye cada septiembre, la isla mantiene vivo su espíritu marino. Holbox no solo es un punto en el mapa turístico, sino un recordatorio de lo que ocurre cuando el respeto guía la relación entre el ser humano y el océano: un milagro que se repite cada verano y que el resto del año habita en la memoria de quienes lo presenciaron.

Fuente: La Jornada Maya

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