Desde 1986, un evento inusual en el desierto de Nevada ha captado la atención de miles de personas en todo el mundo. Todo comenzó cuando Larry Harvey y Jerry James, fundadores del proyecto y la organización sin fines de lucro Burning Man, construyeron una figura humana de madera y la quemaron en Baker Beach, San Francisco, como un acto simbólico para dejar atrás crisis personales. A este ritual lo llamaron “el primer burn”.
Con el paso de los años, lo que empezó como un evento de un solo día en San Francisco se trasladó en 1990 a Black Rock City, Nevada, a unos 200 kilómetros de Reno, y actualmente dura una semana completa.
Burning Man no es un festival convencional. Es una experiencia que desafía a sus participantes a sobrevivir varios días junto a personas desconocidas, rodeados de arte y polvo, enfrentando “el reto de ser autosuficiente en el desierto”, explica Henry Wu, fotógrafo y creador de contenido, quien asiste cada año desde 2010.
“Burning Man se trata de ti. No estás ahí como observador, sino como participante”, añade Wu.
Aunque los medios suelen concentrarse en Black Rock City, existen eventos de Burning Man en todo el mundo. “Es un movimiento cultural global, presente en todos los continentes. Pero lo que significa en términos de experiencia depende mucho de quién eres y qué partes del evento experimentas”, comenta Stuart Mangrum, director del Centro Filosófico de Burning Man.
Cada año, más de 70,000 personas acuden a Black Rock City y cerca de 100,000 participan en eventos afiliados alrededor del mundo. Durante el fin de semana o la semana que dura, los “burners” (asistentes de Burning Man) construyen una sociedad desmercantilizada, dividida en campamentos que priorizan el arte, la expresión, el rendimiento y el servicio comunitario.
Al final del evento, la ciudad se desmantela y desaparece del desierto.
Para expandir la experiencia fuera del oeste de Estados Unidos, Harvey desarrolló 10 principios que guían la recreación de la esencia de Burning Man. Algunos de ellos, como la desmercantilización, tienen un efecto tangible: no se permite el dinero, y el arte o los alimentos se intercambian como regalos para fomentar la interacción y la comunidad.
Otros principios, como la autoexpresión radical, fomentan la autenticidad individual. “Tendemos a conformarnos con la sociedad, y la manera en que actuamos cambia según el entorno. La autoexpresión radical no solo implica ser auténtico, sino hacerlo de forma deliberada, incluso performativa”, explica la psicóloga motivacional Maya Al-Khouja.
El entorno de Burning Man permite que la creatividad florezca. Los participantes pueden expresar su identidad a través del arte, la comida, el servicio comunitario o instalaciones inusuales, como un teléfono público perdido en el desierto que conducía a una cena elaborada, según relata Wu.
“Queremos que las personas se sientan creativas y que la autoexpresión sea una manera accesible de conectar consigo mismos y con los demás”, afirma Marian Goodell, directora de la organización.
Aunque los 10 principios fueron formulados por Harvey, no constituyen un listado rígido. Son formas de existir y de interactuar con otros, un marco flexible para experimentar la vida de manera distinta.
Incluso quienes nunca asisten físicamente a Burning Man pueden participar de su filosofía siguiendo sus principios, viviendo de manera auténtica y construyendo comunidades, grandes o pequeñas. “Es un sistema educativo que nos enseña sobre nosotros mismos, sobre liderazgo y sobre cómo convivir bajo circunstancias difíciles”, concluye Goodell.
Fuente: CNN