Macron enfrenta presión sin precedentes: Francia exige una salida a la crisis política
Francia
La imagen del presidente Emmanuel Macron caminando en solitario por la orilla del Sena, tras la renuncia de su primer ministro Sébastien Lecornu, simboliza el aislamiento político que atraviesa el mandatario francés. A menos de 18 meses de las elecciones presidenciales de 2027, el jefe de Estado enfrenta la mayor crisis institucional de su mandato y un creciente coro de voces —tanto opositoras como cercanas— que lo instan a abandonar el poder.
Después de la dimisión de Lecornu, apenas 27 días después de su nombramiento, Macron le concedió 48 horas para negociar con las fuerzas políticas y evitar decisiones más drásticas. Sin embargo, la situación se deteriora. La falta de una mayoría parlamentaria, la parálisis gubernamental y la sucesión de primeros ministros fallidos han erosionado la autoridad del presidente.
Lo que comenzó como un desafío desde los extremos del espectro político —La Francia Insumisa (LFI) a la izquierda y el Reagrupamiento Nacional (RN) a la derecha— se ha extendido ahora a su propio entorno. Gabriel Attal, quien fue considerado su heredero político, expresó públicamente su desconcierto: “Ya no entiendo las decisiones que toma”. Más contundente aún fue Édouard Philippe, ex primer ministro y figura clave de la centroderecha, quien declaró que “esta crisis política representa el hundimiento del Estado” y pidió a Macron un “gesto digno”: convocar elecciones presidenciales anticipadas y retirarse tras la aprobación del Presupuesto.
Francia no ha presenciado la renuncia de un presidente desde que Charles de Gaulle dimitió en 1969. Pero la posibilidad, hasta hace poco impensable, comienza a ganar terreno en distintos sectores políticos y mediáticos.
No obstante, algunos juristas advierten sobre los riesgos institucionales de una dimisión. Jean-Philippe Derosier, constitucionalista y profesor de la Universidad de Lille, considera que “abandonar el cargo no resolvería la crisis, sino que sentaría un precedente peligroso”. Según él, el camino debe pasar por una nueva disolución de la Asamblea Nacional y la búsqueda de una mayoría parlamentaria estable, sin que el presidente interfiera directamente en la formación del Gobierno.
Pese a esas advertencias, la postura de Philippe ha provocado un verdadero sismo político. Cercano a Macron durante los años más difíciles —la crisis de los “chalecos amarillos”, la reforma de pensiones y la pandemia—, su distanciamiento marca un punto de inflexión. Su intervención no se percibe como un intento de desestabilización, sino como un diagnóstico severo de una administración agotada.
Mientras tanto, Lecornu intenta construir una mayoría mínima para evitar un vacío institucional. Si fracasa, Macron se verá forzado a elegir entre nuevas elecciones legislativas o una salida personal del poder.
Sin embargo, una nueva disolución de la Asamblea Nacional tampoco garantiza estabilidad. Las encuestas muestran que el Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen mantiene un 35% de intención de voto, aunque lejos de la mayoría absoluta. El panorama político francés sigue dividido en tres bloques irreconciliables: la izquierda, el centro macronista y la extrema derecha. Una configuración que mantiene a Francia atrapada en el bloqueo político más grave de su Quinta República.
Fuente: El País