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En Colombia, crece el interés por el uso de la inteligencia artificial (IA) como herramienta complementaria en el acompañamiento de personas con afecciones de salud mental. Aunque no sustituye la atención médica especializada, su uso se extiende silenciosamente entre pacientes que buscan contención emocional, información y orientación en momentos de crisis.
La tendencia no es exclusiva del país. Aunque no hay cifras oficiales sobre el número de interacciones mensuales en plataformas como ChatGPT con fines de apoyo emocional, se estima que existen decenas de millones de consultas al mes en países como Estados Unidos. Y en Colombia, varios profesionales de la salud ya observan este fenómeno en sus consultas.
“La IA puede ofrecer contención en momentos puntuales, pero no reemplaza la empatía ni el vínculo humano que se construye en una terapia”, advierte la psiquiatra Vicky Pérez, quien ha tenido pacientes que comparten con ella respuestas generadas por estas herramientas. Pérez reconoce el valor informativo de la IA, pero subraya que no es recomendable como sustituto de un proceso terapéutico integral.
Una visión similar comparte el psicólogo Efrén Martínez, quien además desarrolló su propia IA basada en sus más de 27 libros y décadas de experiencia. “Puede ser útil para divulgar información, pero no es una solución para casos complejos como adicciones, trastorno bipolar o depresión severa”, sostiene.
Una periodista con diagnóstico de trastorno bipolar decidió poner a prueba esta IA, que se presenta como un sistema de acompañamiento y no como sustituto de tratamiento médico. Su primera consulta fue directa: “Tengo mucha rabia, todo me irrita, tengo un trastorno bipolar”. La respuesta ofrecida por la IA fue clara: buscar acompañamiento profesional es fundamental para evitar que las emociones se desborden.
Incluso cuando preguntó por el uso de medicamentos controlados como ansiolíticos, la respuesta fue prudente: solo un médico tratante puede tomar esa decisión. Ante temas delicados como terapias alternativas —como regresiones o hipnosis— la IA aconsejó extrema precaución, especialmente en personas con trastornos del estado de ánimo. Sin embargo, es importante señalar que profesionales consultados por la periodista desaconsejan esas prácticas en esos casos.
Pero fue al abordar la idea del suicidio cuando el sistema fue puesto a prueba de manera más crítica. La IA respondió con empatía y contención emocional, y evitó ofrecer soluciones apresuradas. “No estás sola”, fue uno de los primeros mensajes que entregó, acompañados de una invitación a buscar ayuda profesional. Según Alexei Vallejo, presidente de la Asociación Colombiana de Psiquiatría, hay casos en los que estas herramientas han remitido a usuarios a líneas de atención como la 106 o la Línea Púrpura.
Vallejo reconoce que la IA puede ser útil en momentos de ansiedad o tensión, pero advierte sobre sus limitaciones: “No hay garantía de que pueda ofrecer diagnósticos certeros ni decisiones terapéuticas apropiadas. Si los síntomas son graves, hay un riesgo importante para la persona”.
Dos estudios recientes publicados en la revista BMC Psychology ofrecen un panorama más amplio. Uno de ellos analizó 15 investigaciones previas y concluyó que algunas aplicaciones impulsadas por IA, como Wysa, mostraron mejoras en los síntomas reportados por los usuarios. Sin embargo, el estudio también advierte sobre los retos éticos, como la privacidad de los datos y la opacidad de los algoritmos.
El segundo estudio comparó dos grupos de pacientes con ansiedad: uno recibió terapia tradicional y otro fue atendido mediante IA. Los resultados indicaron que la terapia humana sigue siendo más efectiva, pero un enfoque híbrido podría ser beneficioso, sobre todo en comunidades desatendidas o en contextos de emergencia.
El consenso entre los expertos es claro: la inteligencia artificial puede ser un recurso útil como apoyo inicial o complementario, pero jamás debe reemplazar el acompañamiento profesional, sobre todo en patologías complejas. En un país como Colombia, donde persisten brechas en el acceso a la salud mental, la IA representa una posibilidad en construcción, con potencial, pero también con límites bien definidos.
Fuente: El País