Argentina
El enfrentamiento entre el presidente Javier Milei y el Congreso argentino alcanzó esta semana un punto crítico. En una sucesión de votaciones adversas, tanto Diputados como Senadores lograron revertir medidas centrales de la Casa Rosada, debilitando el programa económico del Ejecutivo y dejando en evidencia la pérdida de apoyos políticos que el mandatario había conseguido en 2024.
La tensión institucional se arrastra desde el inicio de la gestión libertaria. El propio Milei, en su asunción del 10 de diciembre de 2023, evitó dirigirse a la Asamblea Legislativa y habló fuera del Parlamento, al que luego calificó como “nido de ratas”. Aun con esa hostilidad, el oficialismo logró el año pasado aprobar la Ley Bases y avanzar con decretos de fuerte sesgo desregulador. Sin embargo, en lo que va de 2025, la correlación de fuerzas cambió.
En la última semana, el Congreso sancionó leyes que restituyen partidas recortadas, fortalecen presupuestos universitarios, declaran en emergencia el sistema de salud pediátrica y redistribuyen fondos federales, medidas que van en dirección contraria a los lineamientos de ajuste fiscal de la Casa Rosada. Además, el Senado anuló cinco decretos presidenciales que suprimían organismos públicos estratégicos, entre ellos el Banco Nacional de Datos Genéticos y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria.
Las votaciones reflejaron mayorías amplias: en Diputados, 172 votos contra 73 para rechazar un veto presidencial sobre financiamiento a la atención de personas con discapacidad; en el Senado, diferencias que oscilaron entre 55 y 60 votos frente a apenas una decena de legisladores de La Libertad Avanza (LLA).
Aunque Milei atribuyó el resultado a un “Congreso secuestrado por el kirchnerismo”, en los hechos confluyeron casi todas las fuerzas opositoras, desde el peronismo en sus distintas vertientes hasta bloques de centro y centro-derecha, incluyendo legisladores de la Unión Cívica Radical, Encuentro Federal y parte del PRO. Incluso cuatro diputados que abandonaron LLA votaron junto a la oposición.
La erosión de apoyos resulta significativa: fueron esos mismos sectores los que permitieron al presidente avanzar en 2024 con su paquete de reformas. Ahora, el respaldo parece haberse retraído, sobre todo en materias sensibles como educación, salud y federalismo fiscal.
El malestar se refleja también en las críticas al estilo de conducción política. Legisladores como Miguel Ángel Pichetto reclaman al Ejecutivo mayor disposición al diálogo y cuestionan el uso reiterado de vetos. Otros, como Margarita Stolbizer, admiten que apoyar la Ley Bases fue un “error” que derivó en un “abuso” de atribuciones por parte del presidente. Desde el kirchnerismo, en tanto, se acusa a Milei de “autoritarismo” y de buscar reducir al Congreso a un rol decorativo.
La fragilidad legislativa del oficialismo, que ya se había evidenciado en septiembre de 2024 con el rechazo histórico de un decreto sobre fondos reservados de inteligencia, ahora se profundiza en un escenario aún más complejo: tensiones económicas, un calendario electoral inmediato —con comicios en Buenos Aires en septiembre y elecciones nacionales en octubre— y el impacto de una denuncia judicial por presunta corrupción en la compra de medicamentos que salpica al entorno presidencial, incluida Karina Milei, secretaria general de la Presidencia.
El choque entre Ejecutivo y Legislativo, que parecía inevitable desde el inicio del gobierno, ya no se limita a gestos simbólicos o tensiones discursivas: hoy se traduce en derrotas legislativas concretas que amenazan con desarticular el corazón del programa económico de Javier Milei.
Fuente: El País