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El telescopio James Webb se ha convertido, sin duda, en uno de los instrumentos espaciales más importantes que existen hoy en día. Su último descubrimiento ha sido de lo más curioso: una galaxia muy lejana que, según los conocimientos actuales de los astrofísicos, no debería existir ya que es demasiado grande y vieja. Te contamos los detalles.
El hallazgo ha sido publicado en la revista Nature y sus autores han explicado en un comunicado que llevan siete años detrás de esta galaxia. Estaban utilizando los dos telescopios más grandes de la Tierra: el Keck y el Very Large Telescope (VLT), pero no eran suficientes para analizar en profundidad este objeto. Ha sido necesario la llegada del James Webb para tener esa información que pone patas arriba lo que los científicos saben hasta ahora sobre galaxias.
Cuando observamos un objeto muy lejano en el espacio en realidad no vemos como luce ahora, sino cómo lo hacía hace miles de millones de años. La explicación es que es necesario que su luz llegue hasta nosotros y al estar tan lejos, la luz que nos llega no acaba de salir, sino que se emitió hace muchísimo tiempo.
En el caso de esta galaxia, llamada ZF-UDS-7329, se sabe que su luz ha tardado en llegar 11,5 mil millones de años. Sin embargo, gracias a las mediciones en infrarrojos del James Webb, se ha podido observar que su población estelar ya estaba allí 1.500 millones de años atrás.
Se calcula que la masa de todas sus estrellas es, como mínimo, el doble que la de nuestra galaxia, la Vía Láctea. Ahí es donde viene lo curioso: nuestra galaxia ha tardado miles de millones de años en llegar a tener esa población estelar. Para alcanzar el doble de masa, se necesitaría muchísimo más. Eso indicaría que, en realidad, esta galaxia lejana tenía más de esos 1.500 millones de años cuando su luz partió hacia el James Webb o que sigue un método de formación desconocido que le permite crecer en tamaño mucho más deprisa de lo normal.
Fuente: La Sexta