Sally Ride: la primera mujer astronauta que rompió barreras en el espacio y en su vida personal

Redacción

Mosaico

El 23 de julio de 2012, Estados Unidos perdió a una heroína del espacio. Sally Ride, la primera mujer estadounidense en viajar fuera del planeta, falleció a los 61 años víctima de cáncer de páncreas. Ese mismo día, el país conoció otra faceta de su vida que ella había mantenido en la esfera íntima: su homosexualidad. En una breve línea del comunicado que anunciaba su muerte se mencionaba a “Tam O’Shaughnessy, su compañera durante 27 años”, revelando de forma sutil una verdad que Ride eligió mantener en privado hasta su último aliento.

Mañana, National Geographic y Disney+ estrenan el documental Sally, una pieza que revisita su legado no solo como astronauta, sino como una mujer que enfrentó la doble carga de abrirse camino en una NASA dominada por hombres y de vivir su identidad sexual en una sociedad profundamente homofóbica.

“Nunca se me ocurrió que pudiera ser astronauta. En mi mente, ese sueño estaba reservado solo para los hombres”, se la escucha decir en una grabación incluida en el documental.

Nacida en Los Ángeles en 1951, Ride se formó como astrofísica en Stanford, destacándose además como tenista con potencial profesional. Fue una de las seis mujeres seleccionadas en 1978 para la primera promoción mixta de astronautas en la NASA. Sin embargo, esa inclusión vino acompañada de un escrutinio absurdo y machista: la prensa preguntaba por su maquillaje, sus planes de maternidad o si podría controlar sus emociones en situaciones críticas.

El documental retrata sin filtros la resistencia que enfrentaron aquellas pioneras. Ride, profesional, ambiciosa y firme, no dudaba en poner límites: “O me llamas doctora Ride o Sally”, respondía con contundencia a quien la subestimaba. Ella y sus compañeras tenían que demostrar que eran tan capaces como sus colegas hombres, incluso en un entorno como el Centro Espacial Johnson, donde 4.000 hombres compartían espacio con apenas cuatro mujeres.

La cultura masculina de la NASA se evidenció en situaciones que hoy resultan absurdas, como cuando los ingenieros diseñaron un “neceser” especial para astronautas mujeres… lleno de cosméticos. También consultaron si cien tampones eran suficientes para una semana de misión. Ride se burlaba de esos momentos con ironía, pero sabía que cada paso que daba estaba bajo lupa.

Su histórica misión a bordo del Challenger en 1983 la convirtió en un ícono nacional. A su regreso, la fama fue abrumadora. “Las mujeres lloraban al verme”, decía. Tuvo que acudir a terapia para lidiar con la presión de ser vista como símbolo de un cambio que, aunque necesario, aún era incipiente.

Poco después conoció el amor con Tam O’Shaughnessy, una amistad de juventud que evolucionó hacia una relación profunda. Antes había estado casada con el también astronauta Steven Hawley, quien reconoce en el documental que más que pareja, fueron compañeros de piso.

La tragedia del Challenger en 1986, donde falleció su amiga Judith Resnik, marcó un punto de quiebre. Ride abandonó la NASA y decidió dedicarse a la divulgación científica, promoviendo el interés de niñas y jóvenes por las ciencias. Pero su identidad sexual permaneció oculta hasta el final. Según O’Shaughnessy, “tenía miedo, y eso me rompe el corazón”.

La sociedad que la aplaudió como pionera espacial no ofrecía las condiciones para que viviera su amor libremente. El documental recuerda el caso de Billie Jean King, arrastrada al escarnio público al revelarse que era lesbiana. Ride no quiso correr el mismo riesgo, aunque eso significara ocultar una parte esencial de sí misma.

“Me enteré de que era lesbiana al leer su obituario. Me dolió pensar que una persona tan admirada sintiera que debía esconderse”, lamenta una amiga en la película.

La directora del documental, Cristina Costantini, advierte que los avances por los que Ride y otras lucharon están hoy amenazados: desde la censura de temas de diversidad en instituciones públicas hasta la eliminación de compromisos de inclusión, como el plan de enviar a la primera mujer a la Luna, recientemente borrado del sitio web de la NASA.

Sally Ride no solo rompió la atmósfera terrestre. También desafió, aunque desde el silencio, los prejuicios de género y orientación sexual. Su legado no está solo en las estrellas, sino también en la valentía de vivir —y amar— incluso cuando el mundo no estaba listo para aceptarlo.

Fuente: El País

 

centered image

centered image

#buttons=(Accept !) #days=(20)

Our website uses cookies to enhance your experience. Learn More
Accept !