El oficialismo japonés, sin mayoría en el Parlamento por primera vez desde 1955

Redacción


 Japón

 El oficialismo japonés, encabezado por el primer ministro Shigeru Ishiba, sufrió un duro golpe electoral al no conseguir la mayoría en la Cámara Alta del Parlamento, quedando en una posición debilitada que profundiza la incertidumbre política del país.

Según reportes de la cadena pública NHK, el Partido Liberal Democrático (PLD) y su socio de coalición, el partido Komeito, apenas aseguraron 47 de los 50 escaños que necesitaban para mantener una mayoría simple junto con los 75 que ya poseían. Aún con un escaño por definirse, los resultados confirman la pérdida de control en ambas cámaras legislativas por primera vez desde la fundación del PLD en 1955.

Este resultado se suma al revés sufrido en las elecciones de octubre pasado en la Cámara Baja y refleja el creciente descontento ciudadano frente a la gestión del gobierno. A pesar del tropiezo, Ishiba descartó renunciar e insistió en su compromiso de continuar liderando el país frente a los desafíos económicos y geopolíticos actuales.

“Cumpliré mi responsabilidad como líder del principal partido del país y trabajaré por Japón”, declaró Ishiba en entrevista con NHK.

El objetivo de la coalición era modesto: alcanzar 50 curules para retener la mayoría. No obstante, el PLD sólo obtuvo 39 escaños, apenas por encima de las proyecciones más pesimistas, mientras que Komeito aportó 8. Si bien el PLD se mantiene como la primera fuerza política en la Dieta, los resultados reflejan una erosión clara de su influencia.

Ishiba atribuyó el desempeño electoral a que las medidas adoptadas por su administración para paliar el aumento del costo de vida aún no han tenido efectos visibles. La inflación, los bajos ingresos y las crecientes cargas del sistema de seguridad social fueron los temas que marcaron la agenda de campaña.

Aunque la Cámara Alta no tiene atribuciones para destituir a un primer ministro, la pérdida de la mayoría complica la capacidad del gobierno para impulsar reformas. Las voces críticas dentro del propio PLD podrían presionar a Ishiba para que reconfigure la coalición o incluso ceda el liderazgo del partido.

En paralelo, la posibilidad de alcanzar acuerdos con una oposición fragmentada parece remota. Ningún bloque opositor ha mostrado interés en colaborar con el oficialismo, y el principal partido de oposición, el CDPJ, llamó a formar un frente opositor unificado.

“La opinión pública fue contundente: no quiere más al gobierno de Ishiba”, afirmó el líder del CDPJ, Yoshihiko Noda.

El descontento social favoreció el ascenso de fuerzas populistas como Sanseito, que obtuvo 14 escaños —frente a uno en la elección anterior— con una retórica abiertamente xenófoba, antivacunas y contraria a la globalización. Otro de los ganadores fue el Partido Democrático para el Pueblo (DPP), que cuadruplicó su representación, alcanzando 17 bancas.

Ambos partidos capitalizaron el malestar con el oficialismo, en un contexto marcado por la polarización social y el uso intensivo de discursos divisivos en redes sociales, lo que ha generado preocupación entre organizaciones de derechos humanos y comunidades extranjeras residentes.

La elección dejó en evidencia una ciudadanía dividida: mientras algunos votantes optaron por la continuidad en busca de estabilidad, otros apostaron por fuerzas progresistas o emergentes con propuestas centradas en derechos civiles, inmigración e igualdad de género.

“Voté por el CDPJ porque quiero una sociedad más inclusiva”, expresó Daiichi Nasu, un votante de Tokio.

La pérdida de hegemonía parlamentaria obliga al gobierno de Ishiba a redefinir su estrategia política. El margen de maniobra es estrecho y el rumbo que tome en los próximos días podría marcar el destino de su administración.

Fuente: AP

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