Se cumplen tres décadas de uno de los episodios más trágicos del alpinismo aragonés. El 13 de agosto de 1995, Javier Escartín, Javier Olivar y Lorenzo Ortiz desaparecieron en el K2, la segunda montaña más alta del mundo, dejando un vacío que aún resuena entre sus familias: Maribel Ara, Marina Manuel y José Luis Ortiz. La expedición, integrada por seis alpinistas y el médico Manuel Avellanas, vivió días de angustiosa espera antes de que la prensa confirmara la identidad de los fallecidos el 20 de agosto, tras filtrarse la noticia de la tragedia que también había cobrado vidas extranjeras, como la británica Alison Hargreaves, el estadounidense Rob Slater y el neozelandés Bruce Grant.
En 1995, la falta de comunicación directa y la ausencia de teléfonos vía satélite hicieron que la incertidumbre se prolongara cruelmente para los familiares. La expedición aragonesa, una combinación de jóvenes talentos y veteranos experimentados, luchó contra los vientos huracanados y la noche eterna mientras intentaba alcanzar la cima por la vía Cesen, distinta de la ruta de los Abruzzos seguida por otra expedición liderada por Peter Hillary, hijo de Sir Edmund Hillary.
Durante el ascenso, Lorenzo Ortiz quedó en el hombro de la montaña, incapaz de continuar, mientras Javier Olivar y Javier Escartín avanzaban hacia la cima junto a tres compañeros más, enfrentando la agotadora apertura de huella sin oxígeno embotellado. Al descender, un viento brutal arrasó con las tiendas del hombro de 8.000 metros, poniendo en riesgo la vida de los que aguardaban abajo, incluido Pepe Garcés, quien sobrevivió gracias a su prudente retirada nocturna. La mayoría de los seis que alcanzaron la cima jamás regresó para contarlo.
La tragedia del K2 de 1995 se inscribe en un verano negro para la montaña: un mes antes, Jordi Anglés falleció tras resbalar en un intento de cumbre, y aquel agosto desaparecieron un total de ocho alpinistas.
Aunque Lorenzo Ortiz dejó de participar en expediciones himaláyicas, siguió vinculado a la montaña. Pepe Garcés también continuó escalando hasta su accidente en el Dhaulagiri en 2001. La memoria de quienes perdieron la vida aquel agosto de 1995 sigue presente en las paredes de Aragón y en la historia del alpinismo mundial.
Fuente: El País